13/03/2024
En proyectos recientes en Chile, Ecuador y Argentina, percibimos lo mismo: pareciera que la investigación científica está encerrada en el claustro; le cuesta salir de los laboratorios y generar resultados reales en la comunidad, lo que debería ser el objetivo y el beneficiario final de todo ese trabajo. Nadie niega la calidad técnica, pero la cantidad de conocimiento generado en la academia y no utilizado ni transferido es enorme. Y pareciera que el modelo es “push” solamente: transferir lo investigado en forma unidireccional, desde la academia a la empresa.
¿Será esto responsabilidad de los investigadores —absortos (y entretenidos, sin duda) con su trabajo— o de las universidades, que colocan los incentivos equivocados o no implementan enfoques de transferencia que tengan impacto? ¿O de la política pública que pone mal los incentivos y obliga a las universidades a actuar de determinada manera para optar a financiamiento?
¿No se deberá, más bien, a la incapacidad de las empresas de “hablar el idioma” y vincularse con las universidades, y el desconocimiento de la forma de formular correctamente desafíos tecnológicos pertinentes?
En mi opinión, esto del “push” desde la academia y el “pull” de las empresas es una falsa dicotomía. Una cosa no quita la otra, y hay que desarrollar la intersección entre ambos modelos. Ese espacio existe y hay que fomentarlo. Hemos trabajado en talleres con académicos y empresas en la misma mesa, y la dinámica que se genera es tremendamente enriquecedora para ambas partes.
Una destacada universidad privada chilena financia un programa de talleres de formulación de desafíos en que un grupo de académicos interactúa con los equipos de la empresa, y los académicos “enseñan” a los empresarios a formular desafíos tecnológicos; por otro lado, los empresarios “enseñan” a los académicos el funcionamiento y los dolores de sus negocios. La experiencia es única: se emplea por lo menos medio día sólo en “aprender el idioma” de la otra parte, para recién empezar a trabajar.
Lo central para resolver este problema es colocar los incentivos correctos. Hemos ayudado a algunas instituciones a diseñar modelos de incentivos que apoyen mejor la transferencia, y no sólo en compartir ingresos del licenciamiento con el investigador, sino también incentivos orientados a alinear mejor la pertinencia de la investigación y desarrollo con las necesidades de la sociedad.
Socio fundador